¿Apología?



APOLOGÍA

En la obra de “El filósofo declara” existen dos posturas filosóficas, dos formas distintas de ver la vida, tanto del filósofo como de Bermúdez, de las cuales se hablará. La postura que adquiere el filósofo es la de anonimato, él no quiere publicar un libro, ya que piensa que es una manera de venderse porque sus ideas no son simplemente más que eso ideas, las cuales no tienen que adquirir un precio, nadie puede comprar tus ideas y menos tú puedes vender las tuyas, ya que son únicamente tuyas. El filósofo también expresa que no quiere entrar a la academia porque no quiere dar a conocer sus ideas, y  adquiere una  actitud un tanto soberbia ya que no quiere aceptar esta oferta pues no quiere sólo un premio quiere dos, ya que quiere competir y ser mejor que su compañero Bermúdez.

  Por otro lado, existe otra postura que es la del señor Bermúdez, la cual es todo lo contrario a la anterior, él piensa que la mejor forma de vivir es compartiendo sus conocimientos al mundo, mediante la publicación de un libro; que su trabajo sea recompensado mediante la obtención de ganancias que genere su libro, es una persona audaz que lucha y cumple todo lo que se propone.

   Opino que la mejor postura filosófica es ser tú mismo en todo lo que hagas sin importar lo que los demás piensen de ti; es decir, que lo único que necesitas para ser feliz  es seguir tus principios e ideales, luchar por tus sueños, no ser una persona frustrada como en este caso el filósofo debió de haber tenido más confianza en él, ya que por no haber realizado todo lo que el de verdad quería se amargó un poco y adquirió cierto rencor contra Bermúdez, al igual que debemos de saber conciliar con los demás, respetar los distintos puntos vista y formas de pensar de una persona al igual que respetar los intereses de cada individuo, pienso que si hubieran seguido esta postura estos personajes seguirían siendo amigos y tendrían una vida más plena.


El filósofo declara

María Fernanda Barrientos (2)

8/12/10 

1 comentario:

  1. En el ejemplo se exhiben dos posturas diametralmente opuestas, pero ¿quién no ha pasado por esta clase de encrucijadas? La tesis sobre la esencia de uno, podría no ser tan sencilla si esa se pone en juego ante el dilema. ¿Cómo sé si esta y no otra decisión definen mi yo? ¿No es acaso esta indecisión la que me fragmenta como individuo?
    Si bien puede que el matrimonio con los ideales resulte en la mayoría de los casos una sentencia de muerte, o un camino muy accidentado, es para algunos la única vía. Sabrán ellos por qué. Se debería entonces en esa duda cuestionar los ideales y priorizar su bien para con uno. Porque no hay peor idea que la que hace daño, como no hay peor resguardo que la que implota en tus entrañas.

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