Discurso 2012



 

Brindis

2012. Un año, una cifra, o más bien la señal de que tenemos mucho por lo que luchar, ahora más que nunca. Podemos prestarle atención a la cultura maya con el fin del mundo, pero ¿Fin de qué clase de mundo? ¿Un mundo de codicia y apatía? ¿O un mundo donde la violencia y el egoísmo se han personificado cada día y cada noche intentando apartarnos de nuestros más grandes anhelos? El famoso número 2012 puede ser visto como un símbolo positivo o uno negativo; quizá también como un momento donde nuestra mente evoca los mejores y los peores momentos de nuestra vida, desde lo que ya fue, lo que es, hasta lo que será.

Tal es el panorama de inquietudes que mantuvo ocupada nuestra conciencia este año, pesadamente alegre para muchos o tristemente para otros. Estamos aquí una vez más en la época decembrina, donde gozamos de una grata convivencia familiar, como miles de personas alrededor del mundo, sólo que quizá muchos ya se embriagaron previamente, mientras que posiblemente algunos otros todavía esconden sus botellas de vino detrás de su alacena, con tal de guardarlas para el mejor momento.

Un año de pesares, pero también de alegrías; un año donde tuvimos, una vez más, la oportunidad de crecer, de experimentar, de conocer, de pisar en falso y luego aprender. Muchos cometimos infinidad de errores y en cada ocasión contamos con la voluntad de levantarnos con dignidad y seguir caminando hacia nuestros objetivos de toda la vida, más los propósitos del año, que terminaron olvidándose tras un par de kilos entre nuestro ombligo y nuestras piernas.

Amigos míos, quiero que celebremos, pero también que entendamos qué logros se ocultan tras la oportunidad de estar aquí reunidos. Sonreímos y reímos tantas veces que algunos, incluyéndome, tuvimos la necesidad una y otra vez de comprarnos una crema anti-arrugas, hasta que subieron de precio…y con las arrugas nos quedamos.
    Sin embargo, el valor más importante que aprendí fue el valor de la convivencia con el prójimo. Fue un año en que no sólo trabajé, sino que aprendí a ceder…no el jugo a mi hermano sentado a mi lado los sábados por la mañana, pero aprendí a tratarlo de maneras diferentes, también aprendí que cada cosa tiene su momento, su lugar, y más importante, su razón de ser. Extrañé muchas veces a mi hermano Gerardo, aunque tenga un temperamento muy extraño se le quiere y se le valora por su constancia y su interés de ser mejor. Es complicado pero muy querido por todos nosotros.

       Este año quiero y puedo brindar, porque fue largo para mí, fue intenso pero fue esclarecedor, fue valioso y no lo cambiaría por nada, porque entendí que la medida de un hombre no se forja con la palabra, sino con la acción. Para ilustrar esto me gustaría citar un ejemplo de la serie de Smallville: Superman específicamente al comienzo de la temporada diez Clark llega abrazando a su papá en plan de víctima, pidiéndole su perdón. Su papá se muestra alegre pero firme, diciéndole que su hijo adoptivo resultó ser mejor de lo que esperaba, el hijo se excusó de sus errores, se sintió inseguro, a lo que el papá le contestó algo muy sabio “Todos enfrentamos pruebas a diario hijo, pero la verdadera medida de un hombre está en cómo elige reaccionar ante dichas pruebas”.

     Acepto y reconozco que las decisiones son complicadas, porque muchas veces sentí que no podía con nada de lo que hacía, sentí que el alma me pesaba, sentí que me derrumbaría, pero entonces, ¿habría tenido caso seguir luchando sólo por darme cuenta de la complejidad del mundo? Aquí yace una lección y es que ciertamente la vida es más complicada a cada segundo. Como alguien que aprecio mucho me dice a diario “Prepárate para lo peor, esperando lo mejor”.

      Este 2012 puedo brindar con todos ustedes porque aunque haya cometido el mismo error o quizá veinte más diferentes, puedo brindar sonriendo porque sé que estoy ante ustedes con un pie caído y otro pie por delante, puedo brindar porque sé que pueden y habrán tiempos mejores, pero más que eso porque en los buenos y malos momentos nos tenemos entre nosotros, para afrontar desveladas, pleitos y pesares, pero también para compartir alegrías, abrazos, sonrisas y besos.
         Una vez que alguien entra al terreno del amor entiende que si se ama a alguien, simplemente aceptas a esa persona tal cual es, con virtudes y defectos.  Amigos míos, quiero brindar porque en esta navidad del 2012, tengo la oportunidad de disfrutar su presencia, sus abrazos y su cariño, y seguir teniendo motivos para luchar en esta vida que nos tocó.

Disfrutemos la fiesta,

¡Gracias!

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