Crítica a Posesión Infernal



Saca buenos sustos y es psicosomática, pero predecible. 


A Posesión Infernal (Evil Dead) le antecede toda una saga, que en gran medida fue cimentada por Sam Raimi (responsable de la trilogía arácnida entre 2002 y 2007), por lo que yo entro fresco y sin conocer nada al respecto del tema general, pero junto a Arrástrame al Infierno (dirigida por él), encuentro en este filme una estructura narrativa muy semejante a ésta. 

Después de ver esta película, queda claro que gran parte de la fuerza del argumento radica en el tipo de historia que cuenta y la construcción particular de sus personajes; con un guión que no es redondo pero igual no se estanca en ofrecer una historia muy plana; tampoco me parece innovador, aunque sí saca buenos sustos. Igual que en aquélla, el filme comienza con una especie de prólogo donde un grupo de personas intentan deshacerse de un demonio que ha matado a la esposa de un sujeto. Acto seguido, el demonio ha poseído a la hija y el papá, resuelto a terminar con la "rabia", quema a su hija para acabar con la maldición. 

Interesante escena, sí, especialmente por la fotografía lúgubre que se presenta desde el inicio. Pero...a fin de cuentas, predecible. Un demonio que fue condenado al infierno y, tiempo después, unos jóvenes lo traen de regreso, oportunidad con la cual la entidad comienza a causar estragos. La "novedad" de la película, y aquí hablo más por el género que por la saga en particular, radica en que la protagonista tiene una "condición", elemento de la trama que, combinado con el factor diabólico, le otorga cierta credibilidad, y en varios ángulos, terror auténtico. 

Ahora, como espectador, mientras ves la película, te imaginas la forma en que cada personaje va a morir a manos de la entidad y ahí es donde entra la psicosomatía (apoyada por un ingenioso juego y ángulo de cámara), porque ya no sólo es el "los va a matar", sino el "cómo" lo hará. Tiene algunos interesantes giros, un excelente maquillaje y actuaciones - a mi parecer -, aceptables, pero es en el terror en mano, en las escenas sangrientas (o gore) donde entra la psicosomatía, pues la atmósfera bien construida y el sufrimiento de cada personaje provocan que sientas el dolor de la inminente muerte. 

Su tercer acto desemboca en lo común, y aunque conserva escenas realmente sensibles, tras cada acción se esconde la sombra de lo predecible, quitándole el factor WOW. Lo curioso es que para ser una película de terror, tiene uno que otro diálogo que causa gracia, y más porque no te los esperas en esta cinta. Por momentos son repetitivos, aligerando aún más la tensión y restándole el impacto visual. 

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