Crítica a The Hateful Eight



The Hateful Eight es un viaje de personajes con intrigas garantizadas. 

Para ver esta película se necesita saber una cosa: a su director (Quentin Tarantino) le gustan las historias con derramamiento de sangre al por mayor; claro, esto no quiere decir que no construya tramas interesantes, divertidas o memorables, porque en toda su filmografía, cualquier película que haya hecho contiene al menos uno de los tres aspectos arriba mencionados. El caso de Los ocho más odiados (The Hateful Eight) es una cinta interesante por su narrativa y muy divertida por las situaciones que presenta. 

Aquí, de inicio, nos encontramos con un sujeto llamado Warren (Samuel L. Jackson) que le pide un "aventón" a John Ruth (Kurt Russell) y es cuando esta cinta, plagada de inteligentes, sarcásticos, educados, vertiginosos y longevos diálogos, tiene lugar. Con un ritmo semejante al de Pulp Fiction (1984), el famoso director detrás de la tan comentada, y posterior, cinta Django (2012), hace uso de sus habilidades para construir y desarrollar personajes tangibles, interesantes, con motivaciones dignas de descubrir, pero sobre todo, con la cantidad de misterio, tensión, sorpresa, verdad y sangre gráfica para mantener ocupado e interesado al espectador. 

Y es que es algo que debe aclararse: el filme cuenta con muchos diálogos, los cuales, decorados con una locación y un montaje diferentes, pueden hacer de éste uno pesado en varias ocasiones, pero no lo suficiente para terminar odiándolo, pues aquéllos, como en la cinta de 1984 arriba mencionada, benefician el ritmo de la trama, haciendo que pasemos de un personaje a otro con la misma rapidez con la que nos servimos una taza de té. Para aquellos amantes del misterio -como un servidor-, tenemos una historia para disfrutar donde los "buenos" deben averiguar quién es el "villano" en apariencia, eso o acabar muertos. La fotografía es bastante buena, las referencias lingüísticas a épocas de antaño están presentes y el diseño de vestuario es un deleite visual al mismo tiempo que alude al "western", además de la violencia que constantemente nos salpica el director con su estética particular. Su sello como realizador lo encontramos en cada diálogo, movimiento, gesto, intención y segundo de los personajes aquí ofrecidos, y vaya que disfrutamos contemplar su propuesta fílmica, a la vez que nos maravillamos con las actuaciones, entre las que resaltan notoriamente -a mi parecer- Russell y Jackson, cada uno con su toque. 

Una cinta para disfrutar si no te incomodan las historias laaargas, pero también si te gusta ver sangre adornada de diálogos astutos y bastante hilarantes, además de eso, si eres fan de Tarantino. Si no, elige otra película. 

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