El maestro del dinero. Jugando con las finanzas.




Esta El maestro del dinero (Money Monster) es una película que tenía muchas ganas de ver, de esas cintas que te atrapan desde los primeros avances, por cómo te la venden, por el elenco, la dirección, la producción...o bien la temática. El motivo principal es el último aspecto: el tema. Y es que hablar de finanzas siempre será interesante, pero también agotador y crítico. 

Sobre los aspectos técnicos. Es dirigida por Jodie Foster. Aquella actriz que, al menos a mí, me impresionó cuando protagonizó Plan de vuelo (Flightplan, 2005), thriller psicológico donde compartió créditos con Peter Sasgaard...; pero bueno; ella dirige esta cinta, mantiene un ritmo y una fotografía aceptables, además de un correcto montaje y locaciones esperadas. Bien, terminamos con eso. Pasemos a lo importante. 

La historia. Cuando se habla de finanzas ¡qué difícil e interesante puede ser! Aquella premisa donde el individuo es víctima del sistema la hemos visto en infinidad de ocasiones, incluso hasta es pretexto narrativo en las cintas de Wall Street de Oliver Stone, que aunque no sea un tema abierto en su cine, bien que lo rodea. El individuo vs sistema, el individuo cae por su culpa, o bien es engañado o ultrajado, pero... ¿realmente es víctima? O ¿más bien victimario? La película no solamente se encarga de exponer reflexiones del estilo, sino que incluso propone una nueva: ¿Por qué culpar a los medios de que nosotros aceptemos, sin cuestionar, el contenido que nos venden? Exacto, ¿por qué?

Es con estos apuntes, más los que la audiencia se proponga, que la cinta se desarrolla con tintes de drama, suspense y hasta cierto punto de conmiseración; sirve más al primero gracias a uno de sus protagonistas: Kyle Budwell (Jack O´Connell con un acento que de repente dificulta entenderlo) como la víctima de un sistema financiero cuyo principal sostén es el fraude (corporativo, más que nada) que constantemente "acecha" al mundo de las matemáticas. El segundo recae en averiguar por qué Budwell perdió todo cuando supuestamente debía ganar, así el tercero recae en algunos diálogos sosos y trillados (punto débil) que buscan integrar el drama del modo equivocado. Así, bajo la premisa como decíamos del "hombre que lo perdió todo por confiar en la bolsa" esto arranca. 

Entonces tenemos un juego de personajes. Tenemos la historia de cómo la piedad y la lástima forman parte de la atmósfera de una cinta que, como otras tantas del género, se empeña en recordarnos la importancia de abrir los ojos ante las acciones visibles e indirectas del gobierno. Ya entendido esto, pasamos al segundo nivel: las motivaciones, porque todos aquí, como sucede en la literatura y el cine, tiene un móvil principal y uno secundario, y el secundario surge en los giros de tuerca y gran tensión. El poco esfuerzo por construir diálogos memorables es un mal necesario para este tipo de cintas: provocan que la trama no avance o no trascienda como debería. Mientras que con Budwell tenemos un personaje cuya meta es hacer que el mundo concientice la codicia y las mentiras del gobierno con tal de hacerse con dinero, en Lee Gates (Clooney) tenemos al conductor que, lo quiera o no, es víctima activa de un sistema que todo el tiempo se ajusta a la esencia de la economía mundial: velocidad, del mismo modo funciona como una alegoría sobre el control gubernamental hacia las masas, esa dicotomía constante entre el correcto manejo del lenguaje -y por tanto su fluidez-, y el uso que se le da; el dinero siempre "va y viene"; y el resto de personajes cumplen en su papel con tal de mantener la forma de un filme dramático que en ciertos momentos es exagerado; mientas que con Julia  Roberts brilla débilmente una especie de brújula moral, principalmente en las escenas de tensión desmedida. 

Sobre el tono desdibujado en gran parte de la cinta, es vital enunciar algo: la aparición de la novia de Budwell lo cambia inevitablemente, pues todo lo logrado emocionalmente se desploma, la película parece caer al regresar a ese aire de lástima por las desgracias que parecía convenientemente lejano, pero que irremediablemente termina por llevar la cinta a su culmen final: la ofensa pública a manos de descubrir la verdad. 

Lo más importante: ¿Adónde nos conduce Foster? Como directora, como aquella persona tras las cámaras lleva a buen puerto una cinta sobre los pecados de un sistema y las fallas de una sociedad que no busca cuestionar la política y las finanzas con las que trabaja día con día. ¿Cuánto vale una vida?, pregunta por ahí Gates, y aunque es manipulación pasiva que sirve para dar pequeños mensajes en un contexto de urgencia, la verdad no funciona al ser retórica e intentar esforzarse por encontrar en la pregunta un aire de definición, el cual no alcanza y la cinta toma otros rumbos para poder sobresalir. Para rematar los aspectos negativos, los clichés policíacos siguen siendo los mismos de siempre, especialmente cuando aquí Foster retoma momentos de tensión y suspense geopolítico para profundizar en un tema rodeado de intereses; eso sí: es de reconocer la crítica sutil al ámbito político a través de los "cuentos corporativos", los cuales cumplen la función de sustituir las verdades directas que, junto al contenido subliminal sustentado en la aceptación no masticada de productos televisivos comerciales, sólo contaminan nuestra capacidad discursiva, dando como resultado la manipulación

Tiene giros, tiene ese algo que podría separarla del resto, como el desentrañar el misterio de la cinta y el dinero "desaparecido", pero hay algo más y es ese debate "¿Por qué el negocio es un crimen?". Llevar a cabo un negocio, legal o ilegalmente no lo hace correcto, pero lo convierte en algo común, y ahí reside la flojera, la sordera de la sociedad. ¿Por qué no demandar a los embaucadores? ¿Es que realmente no importa? El filme, al final, enfatiza en estos tópicos derivados, todo para mantener su línea principal: no comprarle las ideas al sistema mediático, pues nos dan lo que quieren. Construyamos un sentido crítico, parece gritarnos la cinta a miles de kilómetros de distancia. 

Tratándose del sistema financiero, y más aún de aquellos que lo controlan, jugar con números puede ser peligroso, no siempre claro y habrá quien pague por ello. ¿Es justo? Desde luego que no, pero ¿acaso la vida es justa? Es una cinta interesante, aceptablemente hábil en su manejo y desarrollo, con un elenco creíble para una premisa común, pero que después de todo es importante, pues es contundente al decirnos: en momentos de crisis, la claridad es importante.

No es imperdible pero sí recomendable. 


2 comentarios:

  1. Muy chido, en un discurso cívico que la neta pasé por alto, pero concordarás que si bien la dinámica funciona y el ritmo te mantiene despierto, esa falta de profundidad temática (lo de los diálogos sosos es parte de lo mismo) o más bien falta de abordaje, la demerita en un material que pudo ser más pulido. Siento 'The Big Short' lo manejó más orgánicamente y con suficiente ligeresa para que los términos y conceptos llegaran a permear en el espectador (tratándose de las finanzas). En fin, chida movie, aunque como dices "No es imperdible pero sí recomendable".
    P.D.: O'Connell es de Derby, casi tirándole a Escocia, por eso el acento. XD

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    1. Pues sí. La medité por casi tres días y llegué a esta conclusión.
      The Big Short se me hizo distinta, más elaborada.

      Sobre el actor, entiendo. Por eso mi dificultad auditiva con él XD

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