Capote. Muy frío y muy lento.


Los hechos reales que condujeron a Truman Capote (interpretado aquí por un muy convincente Philip Seymour Hoffman), uno de los escritores más reconocidos de la Literatura Universal, a escribir su afamado relato A Sangre Fría -novela de la que pronto te hablarése muestran aquí, sobrios, medidos y con una refinada preocupación por ser más fiel a la caracterización del personaje y su proceso por obtener la verdad que por su vida o circunstancias adversas. Si bien la cinta muestra prudentes vistazos de los acontecimientos que le permitieron al escritor terminar su novela, éstos se sienten moderados para el género de película al que apunta. 

Y es que las cintas basadas en hechos reales muestran, sí, los pasos que da el autor proactivo de los eventos narrados, pero también un poco acerca de cómo se involucra en el conflicto narrado, las consecuencias emocionales, psicológicas y sociales, demarcando de principio a fin los acaeceres que componen el crimen como sucedió, tanto si luce cruel como si es justo o dramático. El caso aquí, el de unos asesinos que asesinan brutalmente a una familia pensando que encontrarán una cuantiosa suma de dinero en su casa, es tomado con severas pausas y montón de conversaciones que prolongan lo verdaderamente sensible del tema: la ejecución de los asesinos. 

Así, en el aspecto moral la cinta se debate entre el dilema que Capote siente por uno de los asesinos como por lo que puede o no conseguir con la confesión, al tiempo que muestra sus adecuadas facetas sociales y el dolor ético por el que pasa para llevar a cabo sus fines. Lejos de la acertada actuación de Hoffman y del elenco que lo acompaña, no hay marcos narrativos realmente destacados que puedan ofrecer más visión que la del escritor empeñado en hacer la justicia del modo más inocente e indemne posible; si acaso algunas de las escenas que corresponden al rubro social puede ofrecer vistazos puntuales que funcionan de forma clave para revelar el trasfondo del protagonista, son momentos escasos en comparación a una narrativa lenta en su ejecución y que, de acuerdo a los testimonios, resulta hermética y contundente en su resolución. 

 
Dirigida por Benneth Miller, la cinta recrea momentos de época y vestuario muy adecuados para la circunstancia, con un Chris Cooper como representante de la justicia desde el punto de vista jurídico que, pese a las sutiles insistencias de Capote, termina por obrar con prudencia y realizar su propio trabajo. Quizá habría sido complementario, y muy esclarecedor, saber más sobre Capote mismo, un poco de su historia familiar más allá de la obvia manera de ser que tenía. Porque, aun con eso, Hoffman queda bien parado y demostrando el buen actor que fue. 

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